Los grandes huecos de ventana en la fachada del Obradoiro, al nivel de la tribuna, se cerraban con unas carpinterías de bronce, fabricadas y colocadas a mediados de los años ochenta del pasado siglo, que se encontraban parcialmente descolgadas por el empuje del viento, con riesgo de desprendimiento en los vanos mayores.
Las desiguales facturas y disposiciones de las cajas revelan que a lo largo del tiempo hubo varias reposiciones de los ventanales, provocadas seguramente por su repetida degradación en una situación tan expuesta al sol y castigada por los temporales. Las fotografías antiguas muestran ventanales de madera con diferentes patrones de diseño y subdivisión, indicando que se iban sustituyendo -o reforzando- según su proceso de deterioro, trabajos realizados sobre la marcha por la carpintería de la catedral.
No se dispone de datos de cómo pudieron haber sido los cierres originales, si vidrieras emplomadas o similares a los de madera que muestran las fotografías más antiguas, pero la configuración constatada de estos últimos, con maderas de muy pequeña sección, contribuía a su rápida ruina. Esa reducida dimensión no solo revelaba una deficiente tecnología de la madera y el vidrio, sino que también restaba luminosidad.
Es evidente la intención primigenia de ofrecer un gran transparente en el centro de la fachada barroca, siguiendo la estela del medieval destruido, para iluminar con plenitud un interior que había quedado oscurecido con construcciones adosadas a las naves.
Los nuevos ventanales se han realizado en madera de iroko. Sus entrepaños conforman una malla ortogonal de proporciones similares para todos ellos, a pesar de las diferencias de formas y tamaños entre los distintos huecos. La anchura media de los entrepaños es la habitual en las ventanas del casco histórico de la ciudad. El empuje del viento condiciona la adecuada sección de montantes y largueros; para mejorar la resistencia sin aumentar demasiado la sección de las piezas, los ventanales mayores se servirán de las trancas de hierro existentes, unos elementos históricos a conservar y reutilizar. Como resultado, sin subestructuras de refuerzo, ofrecerán una imagen continua y homogénea.
Las ventanas incorporan pequeñas aberturas protegidas para una necesaria ventilación permanente, y se disponen varios elementos practicables para un eventual acceso al exterior. Los vidrios son laminados de tipo extra-claro, con muy bajo índice de reflexión.
La mayor transparencia de los nuevos ventanales permite apreciar mejor la complejidad de la obra barroca en su superposición sobre la románica. A la vez, ofrece al exterior una presencia más tranquila y neutra, muy oportuna entre tan rica ornamentación, y por dentro más discreción en el marco del sobresaliente conjunto medieval de la tribuna. El acento expresivo de las carpinterías en fachada recae sobre las rejas que cierran los también nuevos ventanales frente al Pórtico de la Gloria, y sus portones. También mejora la visión desde el interior de la catedral hacia la tribuna y fachada de poniente, pues quedan menos elementos extraños de fondo que pudiesen interferir en la apreciación y disfrute de las formas prístinas de arcadas y óculos medievales.