Próxima ya la apertura de la Puerta Santa y con ella la inauguración del Año Santo Jubilar compostelano, la Catedral de Santiago presenta una pieza de orfebrería que quiere adornar y significar este acontecimiento, a través de la platería elaborada en la ciudad de Santiago.
Gracias al mecenazgo de ABANCA ha sido posible que el taller de “Ramón González Orfebres” elabore esta cruz. Se trata de una obra original, contemporánea en su concepción pero en la que se integran elementos cincelados a modo tradicional en las piezas de plata que enmarcan el tetramorfos tallado en placas de marfil. Piezas en las que el perfil esquemático se potencia más que el detalle.
La figura de la cruz surge de un aparente cruce casual de eslabones de una cadena. Eslabones enlazados que evocan el encuentro entre culturas, razas, lenguas y también individuos que conforman una cruz que quiere acogerlas a todas y abrazarlas a todas.
El círculo central remite a la esperanza de alcanzar esa plenitud en el encuentro con Dios Padre que, en Jesucristo –representado también en marfil-, se nos rebela como el que salva desde la entrega y la donación total de sí mismo.
En el aludido círculo se inscribe un texto: ultreia et suseia; el antiguo lema de los peregrinos que en esta cruz se convierte en una llamada a procurar alcanzar una meta que supera el tiempo y el espacio y se alza en gloria. Con letras tomadas del modelo de la inscripción de los dinteles del Pórtico de la Gloria.
En el reverso domina la geometría con un único adorno. Los remates que cubren las roscas que unen todo el conjunto se embellecen con turmalinas rosa rubelitas, en memoria del martirio –testimonio- del Apóstol que, en la posición central, generan seis puntos que reproducen de forma ideal una cruz inclinada, como siendo portada sobre los hombros: cada persona porta su cruz, más o menos pesada, a lo largo de su vida.
Esta pieza está diseñada de modo que puede situarse en una peana de sobremesa, confeccionada con una gema de color negro, o en un varal procesional de madera.
Desde la Catedral se agradece esta iniciativa de ABANCA que ha permitido recuperar una tradición propia de nuestra catedral: crear piezas de orfebrería destinadas al culto en la Casa del Señor Santiago, en este caso, una obra del siglo XXI diseñada por el orfebre compostelano Antonio R. González Porto.
El varal procesional
En el varal procesional, obra de Camilo Seira, se representará la traslatio del Apóstol Santiago como un camino ascendente hacia lo divino en el que se solapan experiencias que nos enfrentan con lo inesperado y tantas veces sorprendente que acontece en la vida. En este caso, un viaje desde Jaffa a Compostela, donde se superan todas las dificultades con el auxilio divino. Evoca todos los caminos a Santiago, por tierra y mar, en definitiva, aquello que pueden experimentar los peregrinos de hoy como lo hicieron los de ayer empezando por Teodoro y Atanasio, los discípulos de Santiago.
Se solapan en ritmo ascendente la barca –con forma de dorna-, el carro de buyes y el sepulcro; en los dos primeros reposaron transitoriamente los restos apostólicos, en el sepulcro se conservan tal y como recuerda la estrella de plata en su anverso y reverso: la inventio.
Y en la parte inferior de la pieza, a pocos centímetros del suelo, del polvo, la serpiente enroscada que muerde la manzada y ha sido definitivamente vencida.
El lenguaje formal del varal es distinto del de la Cruz que ha de portar; pero una potencia a la otra y se complementan. La cruz –ya desde la elección del material y su diseño calado- trata de expresar la salvación consumada de la humanidad por Cristo, como un don de Dios capaz de recrear y transformar lo que estaba caído. El varal, de madera de cedro, representa la materia, el barro, el humos primordial de la creación que se hace historia y es asumida y reconciliada por el Padre en Cristo.
Este pieza ha sido sufragada gracias a las aportaciones realizadas por los “AMIGOS DE LA CATEDRAL”, a quienes agradecemos su colaboración que hace posible elaborar proyectos y, como en este caso, realizar obras que se incorporan a la Catedral como parte de su acervo artístico.
Camilo Seira comienza desde muy joven con su faceta artística en el taller del escultor compostelano Fernando García Blanco, discípulo de Asorey. Mas tarde completa su formación en la Escuela de Artes y Oficios Maestro Mateo en Santiago de Compostela, para luego realizar la licenciatura en Bellas Artes en Pontevedra (Universidad de Vigo). Su trayectoria personal siempre está vinculada a la naturaleza y al patrimonio cultural. Posee obra pública esparcida por toda la geografía española y especialmente de Galicia; Antón Fraguas en Compostela, El Peregrino en Padrón, A Manuela en Rianxo, Los Malladores en Valga, Avilés de Taramancos en Noia, Ana Kiro en Arzúa, Marcial Valladares en A Estrada, La Lechera en Teo, Apostol Santiago caballero en Marbella, etc.