El arzobispo de Compostela, monseñor Julián Barrio, afirmó ayer que es preciso ‘tener en cuenta los fundamentos del cristianismo para transformar los valores débiles de nuestra cultura y sociedad, y superar tanto la inmoralidad como la frivolidad. Este es el compromiso de la Iglesia que busca contribuir a hacer más humana la familia de los hombres y su historia’. Así lo indicó en su homilía en la fiesta de la Traslación del Apóstol, tras escuchar la ofrenda realizada por el Delegado Regio, el alcalde de Santiago de Compostela, Agustín Hernández. En sus palabras, monseñor Barrio añadió, además, que ‘no ignoramos los muchos aspectos positivos de la cultura actual pero notamos que no se percibe frecuentemente la referencia a Dios en aspectos diarios de la vida o en propuestas que no tienen en consideración la dignidad de la persona humana en el ámbito cultural, político, económico o religioso. Es necesario sacar de nuevo a la luz la prioridad de Dios’.
‘La fe’, indicó el arzobispo compostelano, ‘que no son teorías piadosas, rutinas crédulas o engreimientos religiosos, nos ofrece criterios para juzgar cuanto nos rodea desde la luz de Cristo, y se manifiesta en la caridad que nos impulsa a buscar los intereses de Dios en nuestros hermanos y sólo podrá ser vivida y operante en nosotros, en la medida en que erradiquemos de nuestro corazón todo egoísmo, toda corrupción como actitud de quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse, toda ambición propia, toda comodidad irresponsable’.
Monseñor Barrio dijo también que ‘con confianza poño sobre o Altar, co Patrocinio do Apóstolo, a vosa ofrenda, Excmo. Sr. Delegado Rexio, tendo en conta as intencións das Súas Maxestades e da Familia Real, dos nosos gobernantes estatais, autonómicos e locais, das persoas e familias que están a padecer as consecuencias da crise económica, e de todos os que formamos os distintos pobos de España, de xeito especial dos queridos fillos desta terra galega. Encomendo ao amigo do Señor esta querida Arquidiocese Compostelá que está a celebrar o Sínodo diocesano para que asuma o compromiso de transmitir de xeito especial o legado da nosa fe aos nenos e aos mozos para que sexan a ledicia da Igrexa e a esperanza da nosa sociedade’.