En estos días se está ultimando la instalación de un presbiterio provisional, en el que poder volver a celebrar liturgia en la Catedral de Santiago. Se trata de una estructura, realizada en madera, que se sitúa a los pies de la nave central, en la parte posterior del Pórtico de la Gloria. Permitirá desarrollar celebraciones litúrgicas mientras continúan las obras en la capilla mayor.
Este altar provisional es desmontable, reversible y reutilizable, y presenta características constructivas similares a las del cierre desmontable ya ejecutado en el Pórtico de la Gloria. Incluye, además de la mesa de altar, un ambón y bancada para concelebrantes. El espacio se completa con la instalación de sonido y una iluminación específica.
Preside el conjunto un Cristo crucificado medieval, que formaba parte del antiguo trascoro de la catedral, y, en el lado opuesto al ambón, se sitúa una imagen pétrea del Apóstol Santiago, del siglo XIV. En la parte posterior, a través de un cristal, se vislumbra el parteluz del Pórtico de la Gloria.
Su carácter reutilizable permitirá, además, que pueda ser desmontado e instalado en cualquier otro espacio, fuera de la catedral, para determinadas celebraciones.
El Cristo crucificado es una talla del siglo XIV, realizada en madera policromada, y que, junto con una cruz, la Virgen y San Juan, formó parte del calvario que coronaba el trascoro de la Catedral. Tras la retirada del coro de la nave central, en 1946, este calvario se trasladó a la capilla de Sancti Spiritus, hasta que, en los años 90 del siglo pasado, su delicado estado de conservación hizo necesaria su retirada para una compleja restauración, tras la que se dispuso en el muro interior del lado este de Platerías, en el espacio destinado al Baptisterio, donde ha permanecido hasta las actuales obras de rehabilitación de la catedral.
Por su parte, la imagen del Apóstol Santiago es una escultura de piedra, que hasta la fecha se custodiaba en el Museo. Es una imagen sedente que, en gran medida, sigue el modelo iniciado por el Maestro Mateo en el Pórtico de la Gloria y que, poco después, replicó sobre el altar mayor. En este caso, el modelo iconográfico ha evolucionado, seguramente a partir de los ritos que los peregrinos desarrollaban ante la escultura del altar mayor, sumando a su carácter apostólico, de discípulo predilecto de Jesús y responsable de la evangelización en estas tierras, los atributos de peregrino -con el morral- y la corona que, en aquella época, colgaba sobre la cabeza de aquella escultura mateana.